Querida lectora, hoy vengo a hablarte de estar bien y de que eso te dé un poco de vértigo.
Lo siento, hoy tengo que empezar hablando de trabajo, pero tranquila, que es por la gente, siempre es por la gente. Ya sabes que me mudé a Madrid hace no mucho por este contrato, lo que no creo haber dicho en público es que esto es pasajero (el empleo, no la mudanza, esa me gustaría alargarla). Es algo que digo sin miedo y de lo que te enteras si hablas cinco minutos conmigo. «El contrato es temporal». La mayoría de la gente suele responder a esto con un «¿pero no hay posibilidad de renovación?». Y no, la verdad es que no la hay. Un día de estos, a finales de año, Perro Sanches I el Guapo* saldrá por la tele, anunciando que se acabó y que le pasa la patata caliente al siguiente país de la lista.
*Hacer name-dropping con el presidente es una cosa que me va a pasar una vez en la vida y que pienso aprovechar sin vergüenza alguna.
Una ventaja de esta temporalidad es que puedes ser bastante directo con la gente que te rodea. Creo que tanto mis compañeros como yo sabemos que estamos aquí para divertirnos y estresarnos juntos. Puede que luego cada uno vuelva a emigrar, puede que todo vuelva a ser más sencillo y a la vez más complicado. Pero siempre da para conversaciones interesantes. Bajamos la guardia, bajamos las barreras, al fin y al cabo «todo es temporal».
En la última de ellas creo que pronuncié las palabras «pues yo estoy bien». Es algo que digo mucho últimamente. Que estoy bien. Y lo acojonante de esas palabras tan sencillas, de esa frase tan corta, es que me parecen reales. A pesar de un año complicado, estoy bien. Me lo paso bien, consigo crear recuerdos buenos que eclipsan a los malos, saco lecciones de cada tropiezo y constantemente tengo la sensación de que esa cosa que tan mala puede suceder «no es para tanto».
Sí, mi trabajo es temporal, lo he empezado sabiendo que va a acabar más temprano que tarde. Como los cuatro últimos que he tenido. Así que tendré que apañarme dentro de muy poco y volver a las webs de búsqueda de empleo. Y estaré bien, porque ya he estado ahí antes. ¿Que es lo peor que puede pasar? ¿Que el paro se alargue meses y meses y tenga que volver a casa de mis padres? Ya ha sucedido antes y he sobrevivido.
La casa en la que vivo es de alquiler y también acabará cambiando pronto, tendré que decir adiós a esa seguridad. Es posible que mis amigos tengan menos tiempo para mí del que me gustaría y el confort de esas relaciones habituales desaparezca. También pienso mucho en el amor últimamente. Lo he tenido, pero es posible, es incluso probable, que no vuelva a suceder. Si tengo que basarme en la experiencia previa, si tengo que, por un momento, ser frío y analítico, el amor va a seguir siendo algo reservado para otros.
Y aun así, sigo pensando que estoy bien, que lo estaré, que lo peor que puede pasar no me asusta, que sabré reaccionar, que los verdaderos dramas vitales llegan, por desgracia, sin avisar y nunca puedes estar preparado.
Aunque te reconozco, lectora, que hace unos días me puse nervioso. Pensé que a lo mejor, de tanto repetirlo, de tanto estar bien, la hostia esperaba al girar la esquina. El giro terrible de los acontecimientos, ahí, agazapado, esperando para darme caza. Me asusté, la verdad, pero incluso eso pasó de largo.
Este es mi recordatorio para hoy: que incluso cuando todo vaya bien, vas a tener miedo de que se tuerza. Porque se torcerá, es algo inevitable, acabará pasando, pero eso no puede arruinarte el presente. Y sí, sé que esto es muy happy flower, pero dominar tu miedo a lo que pueda pasar es una decisión tan consciente como cualquier otra y, sí, es fruto del esfuerzo. Mis «estoy bien» son tan ciertos, como proyectados. Estoy bien, a pesar de todo. Estoy bien, como mandato. Estoy bien porque no me asusta estar mal.
Y ahora, las otras estrellas
⭐ Como ya he hablado mucho de estar bien, os traigo un testimonio sobre estar mal, fatal, loca perdida. A Isa Calderón seguro que la conocéis por Deforme Semanal Ideal Total, podcast que realiza junto a Lucía Lijtmaer (tienen un Ondas, o sea, no os puedo estar descubriendo América aquí). Si sois más añejos, puede que incluso os suene de Reviews Fuertecitas (esto sí que no tiene un Ondas, pero tiene mi cariño). O puede que, si tenéis twitter, os suene por ser una de las personas que más campañas de acoso se ha tragado de los machistas organizados de España, por desgracia.
En fin, si sois oyentes habituales de su podcast, sabréis que Isa ha roto con la pareja que sea que tuviese y sobre eso habla este fragmento del Late Xou de Marc Giró (otra de mis personas favoritas del mundo). Cuando yo hable de estar mal, fatal, loca (un saludo a Edu Norte, que es la persona a la que más audios diciendo «estoy loca» le he mandado en esta vida), pensadme con la energía de Isa Calderón.
⭐ Y por si os interesa seguir con la charla intensa, estoy completamente obsesionado con este podcast, Todo mal. Me lo recomendó Carlos Velilla (gracias, Carlos, si no sabéis quién es, es porque es misterioso y le gusta) y desde entonces es que prácticamente no escucho otra cosa. Lo curioso de hacerlo desde el episodio más reciente al más antiguo es que puedes escuchar cómo una de sus presentadoras, Monty Peiró, poco a poco pasa de estar bien-regular a estar fatal. En fin, las rupturas, las crisis de los cuarenta. No estoy ahí todavía, pero está bien estar advertido.
Este episodio es un buen punto de partida.
Eso es todo lectora, nos vemos en dos semanas si todo sigue bien.
El vídeo de Isa Calderón hablando de una ruptura me lo voy a introducir por ciertos orificios y me lo voy a guardar y atesorar como la pieza imperdible de Internet que sé que es.