La rabia
En el que te cuento por qué tirarse al suelo de vez en cuando puede ser muy sano (pero en realidad me estoy autoconvenciendo).
⭐ Querida lectora, hoy vengo a hablarte de llorar (otra vez y, créeme, no será la última).
Hace poco más de un mes me mudé y no he vuelto a casa desde entonces. Te he ido contando cosas, no muchas, porque aún quiero mantener algo de privacidad, pero tampoco es que me haya cortado. Pero si has ido siguiendo la historia, sabrás, habrás leído (o deducido) que he llorado unas cuantas veces. Lloré porque me alejaba de gente a la que quería, lloré porque me tenía que despedir de mi gata (hola, si viste a un muchacho cargado de maletas en un ouigo Alicante-Madrid a principios de mayo llorando a lágrima viva mientras miraba el paisaje, era yo), lloré porque sentía muchas emociones a la vez y por algún lado tenían que salir (también he dormido muy poco, eso no ayuda).
Pero no solo eso. Casi cualquier historia con la que me he relacionado últimamente me ha hecho lagrimear a la mínima. Hice un revisionado de Fleabag y cierto funeral (tranquis, esto no es un spoiler), nada más que un flashback, solo un poco de contexto, me revolvió como si formase parte de la misma escena. Ni siquiera he estado nunca en un funeral, pero sé lo que es perder a alguien. Y no deja de ser curioso, porque la primera vez que vi la serie de Phoebe Waller-Bridge tenía esa pérdida mucho más reciente.
Sin embargo, es ahora, años después, que me permito llorar por esa y otras muchas ausencias, que me permito llorar cuando quiero. No te voy a mentir, lectora, los últimos tiempos han sido todo un viaje a nivel cerebral para mí. Puede que fuese la pandemia, puede que fuese la vida o simplemente el hecho de pasar páginas en el calendario, pero estas cosas me resultan nuevas: llorar cuando lo necesito, dejarme sentir emociones, sentirme seguro para expresarlas (navegar entornos más seguros, en los que hay más cariño, también ha contribuido).
Pero hay una emoción que se me está escapando últimamente. Hace unos días vi un tiktok que hablaba precisamente de este tema. Sí, esa red social llena de recetas abominables y gatitos, también puede contener perlas como la siguiente. Te dejo el enlace aquí, pero, por si te da pereza, te hago una traducción (muy burda, mucho, lo escribí mientras debía estar haciendo otras cosas).
Esta es la pinta que tienes cuando estás enfadado
*manguera disparando agua dentro de un cubo*
Y esta, la que tienes cuando eres pasivo-agresivo
*una cuchara interrumpe el chorro de la manguera, salpicando por todos lados*Piensa que tus emociones son como el agua, como energía, y lo que quiere hacer esa energía es fluir. Pero lo que hacemos con muchas de esas emociones es juzgarlas, porque hemos aprendido que no es seguro expresarlas.
Así que empiezas a sonar así (*tono terriblemente pasivo-agresivo*), porque esa reacción de lucha o huída sigue contigo, pero estás intentando bloquearla, pero sigue intentando liberarse a través de tu voz y tu expresión corporal. Cuando frenamos nuestras emociones, no desaparecen, solo encuentran nuevas formas de abrirse camino. Y esas formas suelen ser mucho más farragosas.
Si quieres expresar tus emociones de forma más auténtica, permite a tu cuerpo tensarse, moverse, respirar de la forma que quiere antes de responder. Así, en lugar de decir cosas como “estoy bien, necesito estar solo”, date un segundo para procesar que el agua está fluyendo y, cuando empiece a disminuir el flujo, a lo mejor puedes decir “estoy dolido”.
La rabia y el enfado me los llevo dentro como hasta que fermentan y explotan, sea directa o indirectamente. Y ninguna de las dos opciones me gusta. No me gusta gritarle a alguien que quiero, pero lo he hecho. Ni me gusta convertir todo lo que recibo en una especie de puñal venenoso, vengativo, con el que contraatacar.
Pero gracias a la chica de la manguera, me pregunto qué pasaría si dejase salir esa rabia solo un poquito en el momento de sentirla, si puedo aplicar lo que he aprendido de la tristeza a otras emociones, como la ira o como el amor. Así que aquí estoy, considerando gritar la próxima vez que lo necesite, decirle a alguien que me duele eso que ha hecho para no tener que hacerlo más tarde con la fuerza exponencial de la represión, deseando ser, por un momento, uno de esos niños que se tiran al suelo en el súper, en mitad del pasillo de la fruta, y disfrutar de un berrinche en condiciones.
Y ahora, las otras estrellas:
⭐ Lykke Li, muy conocida por aquel famoso remix de I follow rivers, es toda una experta en hacerme sentir cosas de manera visceral. Su disco So Sad So Sexy definió una etapa importantísima en mi vida (porque estaba muy sad y muy sexy), pero la canción que te traigo hoy forma parte de su anterior largo, I Never Learn.
En el vídeo de Sadness is a Blessing (ya estamos otra vez con la tristeza), una Li un poco pasada de vuelta se adueña de sus emociones y se las lanza a su compañero de escena, Stellan Skarsgård. Esto, esto es un berrinche adulto en toda regla, esto es la escenita en el pasillo de la fruta.
Sadness is a blessing
Sadness is a pearl
Sadness is my boyfriend
Oh, sadness, I'm your girl
⭐ El arte de perrandalusa. Para las chicas que sienten cosas:
Sabías k me iba a dolé!
Eso es todo, lectora. Recuerda, más vale rabieta en mano, que explosión de ira volando. Creo que iba así el refrán.