Los libros
En el que una visita a LCDL me desencadena una crisis vital, que no será ni la primera ni la última.
⭐ Querida lectora, hace poco visité una casa por la que hacía tiempo que no me dejaba caer . La del libro (literalmente, une las palabras, prefiero no escribirlas para pasar un poco más desapercibido ante google). Y salí con un sabor bastante agridulce, la verdad.
Por un lado, me llevé la grata sorpresa de encontrarme libros de escritoras y escritores a los que aprecio muchísimo ocupando el lugar que se merecen en las estanterías. Especialmente, me alegro de ver a autores visiblemente queer, con historias que llevan por bandera la diversidad sexoafectiva.
Lo que no me hizo sentir tan bien fue la sensación de que, a pesar de lo enorme del mercado, no había sitio para mis obras o, más que eso, quizás para mí como escritor. Es curioso, porque encontré una librería llena, pero no era (solo) una librería, era una cadena; encontré un mercado repleto de posibilidades, pero en el que no tendría cabida un escritor que no va a producir tres libros al año.
Solo vi un mercado que explota, engulle y escupe en el momento en el que no produces lo suficiente, en el que prevalecen los más fuertes hasta que se queman y entonces otros toman el relevo. Un mercado que parece más centrado en el libro como objeto de culto que en la literatura que puedan contener. ¿Es por eso que últimamente las ediciones de bolsillo escasean? ¿Es porque buscamos el ítem de coleccionismo, el libro que siempre ocupará un lugar especial en nuestra estantería (hasta que el mercado nos imponga otras tendencias)?
No estoy libre de culpa, hoy no vengo con el dedo acusador, vengo con muchas dudas, la mayoría existenciales, sobre cómo hacerse hueco en una industria que debería valorar la experimentación por encima de las tendencias.
He estado viendo últimamente bastantes ensayos sobre el estado actual del mercado literario (más que de la literatura) y este de Alina llamó mi atención. Recoge bastantes de las preocupaciones que me rondan por la cabeza sin dar una respuesta definitiva: la influencia de booktok/bookstagram en lo que está de moda, la variedad de funciones que debemos tener los autores, la importancia de los algoritmos (su fuerza normalizadora, apisonadora, de la diversidad literaria)...
Alina recoge también la siguiente cita de Rebecca Jennings, que creo que mejor resume el estado actual de lo que significa tener un trabajo creativo:
“La consolidación de las corporaciones y los servicios de streaming ha mermado las fuentes tradicionales de ingresos de los artistas y diezmado las industrias culturales. Aunque plataformas como Spotify afirman que han “democratizado” la cultura, en lugar de ello exigen que los artistas dediquen el doble de trabajo para ganar una fracción de lo que habrían ganado con el antiguo modelo”1.
Everyone’s a sellout now, Rebecca Jennings.
Con la excusa de que cualquiera puede hacerse un nombre en plataformas como Spotify, TikTok o Instagram, los escritores (y cualquier creativo) nos encontramos siendo a la vez agentes, editores y relaciones públicas; compitiendo con equipos enteros de marketing de las grandes editoriales y culpándonos cuando nuestro esfuerzo no se traduce en followers y nuestros followers, en ventas. Estamos tan centrados en construirnos un nombre, una reputación, una marca, que apenas podemos esforzarnos en escribir.
Y a eso, como decía antes, tenemos que añadirle los algoritmos. Es muy difícil salirse de la norma cuando estas triquiñuelas matemáticas nos dictan lo que tenemos que escribir. Es muy difícil escribir la historia que quieres cuando en las estanterías de las librerías parecen triunfar libros que son copias los unos de los otros. Es contradictorio tratar de crear una marca personal cuando lo que se impone es la homogeneización.
Y miro a las estanterías y veo las luces entre tanta sombra, por supuesto que sí. Veo la trayectoria y el ritmo de publicación de autoras como Sara Mesa o Elisa Victoria y me digo que sí se puede, que los premios literarios están ahí, que la Solà o Enríquez son un claro ejemplo. Veo a editores y editoras impulsando historias especiales entre la ola de novedades semanales. Pero lo cierto es que las excepciones son justamente eso, excepciones. Y yo estoy solo y agotado frente a un mercado que no te da facilidades a menos que pueda dejarte seco.
¿Dónde quedamos las que tenemos una jornada laboral a la que enfrentarnos antes de ponernos delante del teclado? ¿Dónde las que no partimos con la ventaja del tiempo, el dinero o los contactos? ¿Qué historias nos estamos perdiendo por no poder apartar la mirada de lo que nos marca el algoritmo?
Y ahora que ya me he desahogado, las otras estrellas
Como hace tiempo que no te escribo2, creo que merece la pena ampliar esta sección y convertir esta entrega en un especial Cinco Estrellas, en lugar de tres.
⭐ Ya que hoy vengo con el tema de la industria frente a la creatividad, quiero rescatar estas palabras de Saul Leiter:
“Siempre asumí que simplemente caería en el olvido”.3
Paul Leiter, Retrospektive.
Leister, un fotógrafo y pintor norteamericano, no recibió el reconocimiento que merecía hasta bien avanzada su carrera. Pero eso no le impidió seguir tomando las fotografías que le gustaba. Aceptaba trabajos en para la industria de la moda y en su tiempo libre salía a las calles de Nueva York, donde redefiniría la fotografía callejera y el uso del color en el medio.
Leiter tomaba fotos con la libertad con la que un pintor abstraído da brochazos sobre un lienzo. Incluso hoy encontramos su influencia en otros medios como el cine, sin ni siquiera saberlo. Encuentro sus palabras un consuelo a la hora de crear, a la hora de enfrentarme a los ritmos endiablados de la industria cultural. Crea como si te fuesen a olvidar, crea libre.
⭐ Sobre leer y sobre escribir, el chileno Alejandro Zambra dice lo siguiente en Formas de volver a casa:
“Esta mañana vi, en un banco del Parque Intercomunal, a una mujer leyendo. Me senté enfrente para verle la cara y fue imposible. El libro absorbía su mirada y por momentos creí que ella lo sabía. Que alzar el libro de esa manera –a la estricta altura de los ojos, con ambas manos, con los codos apoyados en una mesa imaginaria– era su forma de esconderse.
Vi su frente blanca y el pelo casi rubio, pero nunca sus ojos. El libro era su antifaz, su preciada máscara.
Sus dedos largos sostenían el libro como ramas delgadas y vigorosas. Me acerqué en un momento lo bastante como para mirar incluso sus uñas cortadas sin rigor, como si acabar de comérselas.
Estoy seguro de que sentía mi presencia, pero no bajó el libro. Siguió sosteniéndolo como quien sostiene la mirada.
Leer es cubrirse la cara, pensé.
Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla”.
Alejandro Zambra, Formas de volver a casa (Ed. Anagrama, 2011).
Zambra es una persona a la que me descubro leyendo sin esfuerzo. Sus palabras siempre me entran como un vaso de agua fría en verano y desde que leí Poeta chileno, no hago más que pensar en su forma de narrar.4
⭐ Hablando de artistas chilenos, hace no mucho di por casualidad con Nieves, larara.tattoo. Cuando me encontré con su galería, lo tuve claro: ella era la artista que buscaba para seguir tatuándome. Muchísimos de sus diseños me inspiraron, pero acabé decidiéndome por unos dientes de león, un gato colocolo y corazón en llamas.
Exponer tu cuerpo a algo permanente no es fácil. Corres el riesgo de que el autor del arte que vas a llevar toda tu vida sobre la piel resulte ser una mierda de persona (sí, me preocupa ser tatuado por un fascista, qué le voy a hacer). Sin embargo, con Nieves, cinco horas de sesión se convirtieron en una conversación muy interesante con una persona afín ideológica y artísticamente. No pude haber tenido más suerte.
⭐ Por último, no quería irme sin engrosar tu lista de podcasts que escuchar. En ¿Puedo hablar! Enrique Aparicio, Esnórquel, y Beatriz Cepeda, Perra de Satán, se las apañan para destacar entre el sinfín de programas conversacionales que existen ahora mismo. Tristemente, después de más de 200 programas, han decidido ponerle fin a su andadura, dejándonos a muchas tan satisfechas como huérfanas.
En un mundo en el que los podcasts mainstream tienen cada vez menos que decir, creo que ellas han destacado por su calidad y compromiso con las causas en las que creen. Por eso mismo, si te sientes con el ánimo de hacerles hueco, nos dejan horas y horas de trabajo con el que sentirnos más acompañadas. Os dejo con uno de los capítulos que más interesante me ha resultado.
✨ Eso es todo por hoy, lectora. Espero que esta entrega haya servido para que reconectemos, para que conozcas o recuerdes a otros artistas y, por qué no, para que te preguntes cosas conmigo.
Nos leemos.
“Corporate consolidation and streaming services have depleted artists’ traditional sources of revenue and decimated cultural industries. While Big Tech sites like Spotify claim they’re “democratizing” culture, they instead demand artists engage in double the labor to make a fraction of what they would have made under the old model”.
Puede que ahora esto sea mensual, para acabar proyectos de ficción tengo que sacar tiempo y eso significa menos estrellas y más tecla, tecla, tecla.
“I always assumed I would just slip into oblivion”, Saul Leiter para el catálogo de su exposición restrospectiva en el centro de arte Deichtorhallen.
Como extra, os cuento que el año pasado me lo encontré en la Feria del Libro de Madrid y me puse tan nervioso que ni le pedí firma ni nada, simplemente salí corriendo 💚